lunes, 26 de noviembre de 2012

Oh meu Deus 2012 Rd3: Covilha-Guincho (parte 4)

Me cuesta un montón salir porque, en el GPS se me superponen (en el mismo color) el track de la carrera, el tracklog y que salgo en sentido contrario, con lo que se me juntan líneas en todas direcciones del mismo lugar y no consigo ver cuál es la correcta. Pierdo unos minutillos y doy con la buena. Buenas subidas y seguimos con los aerogeneradores. Estos son españoles, de la empresa Gamesa. Me trae recuerdos de cuando estudiaba y me hablaban de esta empresa, que empezaba en el sector (energía), diversificando su mercado (no dedicándose sólo a temas aeronáuticos; aunque las palas sean aeronáutica pura). En lo que se entretiene uno.
Empiezo a sentir molestias fuertes en la rodilla. Además, el culo empiezo a tenerlo como el de un mandril. Llevo más de 50 horas, no me sorprende, pero tampoco me agrada. Dos errores (carreteras o caminos del mismo color que el track) hacen que me cojan con más facilidad los tres que venían persiguiéndome (Rui Martins, Luís Gil y Vítor Campos). Andan un montón más que yo, pero voy a su altura, a base de no descansar. Van más rápido, pero paran un poco más.

En este tramo encuentro dos cosas curiosas. Un pedazo de subida bestial, de pista, por el que subieron dos coches, pie a fondo, porque si se paraban, dudo que arrancasen. Hice un tramo a pie, como es obvio. Pero lo malo, no era que al subir, había un aerogenerador, sino que, al pasarlo, seguías subiendo. Lo que no es sorpresa es dónde acababa: en unas antenas. La otra cosa que me sorprendió de este sector, fue una parte un poco antes del final, en la que íbamos bordeando un río, con árboles tan frondosos que era como un túnel. No entraba casi la luz.


Pit-Stop de Negrais

Acabo este tramo y llego al PS6, Negrais. Descanso un poco y como un bocadillo de Leitao (lechón o cochinillo) que me sabe a gloria. Al poco de llegar, se van los tres que me acaban de pasar. Venía con la intención de luchar por adelantarles (de ilusión también se vive) pero las pérdidas del tramo anterior hacen que ya no sea posible. Tendría que haber llegado antes que ellos. Esto hace que me lo tome con un poco más de calma. Me tumbo en un banco y duermo unos veinte minutos.

Salgo del PS6. Ahora “sé” que voy a llegar como sea. Tengo tiempo, aunque tampoco demasiado, en el estado que voy. La rodilla me duele una barbaridad. Sólo puedo pedalear sentado y con el pedal suelto (no sé el motivo, pero era como mejor iba). No hubiese sido mayor problema, si no fuera porque me duele, también, tanto el culo que no me puedo sentar más de diez segundos. Conclusión: acabo haciendo las subiditas a pie. Cuanto más avanzaba el tramo, más rabia me daba. Era el que mejor se adaptaba a mis cualidades. Por la zona donde monto, no hay subidas largas y he comprobado en esta carrera que mi talón de Aquiles son los esfuerzos muy largos (habrá que trabajarlo para el año que viene). Este tramo era el de las subidas más parecidas a las que hago yo cuando entreno, de quince o veinte minutos como mucho (no de casi tres horas, como las de la primera parte). Me harto a patear y me coge Helder Carvalho. Es el único que venía por detrás de mí. Un tío curtido en bastantes batallas (Titan, Cape Epic,…), que ha decidido plantear la carrera “apurando” el tiempo máximo, yendo más rápido pero, en los Pit-Stops, se va a un restaurante y se mete una comida de aúpa. Se le ve que anda un montón pero, ha decidido tomarse esta carrera con tranquilidad. Me acompaña hasta el final. Aunque suene a coña, estas dos o tres horas es el mayor tiempo que he ido acompañado en una carrera (y eso que llevo casi veinte de 24 horas). Se agradece ir hablando con alguien, vas más distraído y se te hace el camino más ameno. Un verdadero crack. Espero verle en más ocasiones.

 Playa de Guincho
 
Nos vamos acercando al final. El ansiado final. Ese que parecía imposible de alcanzar en marzo, más imposible aun, hace treinta horas, pero que, con valor y cabeza, llegó. Últimos tramos cerca de la playa, con alguna zona a pie para no coger ni el más mínimo riesgo. Llevamos un rato “oliendo a mar” y por fin, un pequeño tramo de carril-bici hasta el cámping y llegamos. 62 horas después de salir, me espera mi mujer, que se ha pegado una paliza de órdago, Paulo, Josué, el resto de Horizontes (no los nombro, no vaya a dejarme alguno y sea peor; ellos saben quienes son y lo mucho que nos han ayudado a todos durante la carrera). Alucino, ¡he llegado! Alguna foto, llamada por teléfono para tranquilizar y contar un poco la batallita y empezar a pensar en lo que he hecho.

Llegada. ¡Por fin!

Somos Finishers 2012
 
Gracias, Paulo y Josué (y todo Horizontes y colaboradores), por todo
Me ducho y nos vamos a cenar con todo el equipo de Horizontes. Me pongo “como el quico”. Tengo algún momento complicado, porque empiezo a tener unos mareos un poco “raros” (porque no los he tenido nunca; no porque no sea lógico tenerlos después de la locura que acabo de terminar). Nos quedamos a dormir en el cámping y nos levantamos no muy tarde, para volver a casa. Es lunes y por la noche entro a trabajar. Va a ser duro, porque no me puedo ni sentar. Me duele todo, sobre todo el culo pero, no por irritación (que también) sino muscularmente, lo que me hace muy doloroso, incluso estar sentado. La recuperación será “lenta” y larga, pero la temporada ha terminado y hay tiempo para recuperar.

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